martes, 25 de octubre de 2011

Tres

—Vamos chicos, van a llegar tarde a su primer día de clases.
Yo me puse los zapatos, y me recogí el pelo hacia el costado. Tomé mi bolso, y lo puse sobre mi hombro. Salí de mi cuarto, cerrando de un portazo, y me encontré con mi hermano ya cambiado, con el ridículo uniforme.
—Están hermosos. —Dijo mi madre, besando la mejilla de Román y luego la mía.
—Vamos Román, llegamos tarde. —Le dije a mi hermano, empujándolo hacia la puerta. Salimos los dos, y bajamos por el ascensor. La escuela queda a un par de cuadras del departamento.
—Tranquilo, Ro. Va a ir todo bien.
—Lo se, pero ¿Qué pasa si...?
—No va a pasar nada, porque todos tus compañeros son nuevos y no se conocen, así que hoy, todos van a estar igual que tú.
—Gracias, Romance ¿Y tú? ¿Estás nerviosa? —Preguntó mirándome.
—Un poco, bastante... Todos mis compañeros si se conocen, es distinto.
—Tú eres muy divertida, vas a hacer amigos rápido.
—Gracias, Román.
Después de caminar las doce cuadras que hay desde la casa al colegio, llegamos a la escuela. Al entrar vi que todos los alumnos estaban ingresando, o nada más reencontrándose con sus viejos compañeros después de las vacaciones. Sinceramente mi ánimo descendió completamente, al recordar que yo ahora estaría criticando a las más populares y engreídas de la escuela junto a Amy. Decidí entrar a la escuela, así primero dejaba a Román en su salón y luego me iba a buscar mi horario de la escuela.
—Te pido solo por favor, que no me dejes en la puerta. —Dijo Román, nervioso.
—Mamá me dijo que lo haga.
—Por favor, Romance. Van a estar mirándome todos los chicos.
—De acuerdo, pero pórtate bien. —El asintió y me saludó con la mano mientras salía corriendo por el pasillo hasta llegar a su aula. Sé que le irá bien.
Caminé por los pasillos de toda la escuela buscando la oficina de secretaría, donde me darían mis horarios y las materias extra curriculares. La verdad, este colegio sí que era grande, muchísimo más de lo que era el mío en Nevada, y claro, allá vale más que el casino sea grande, que la escuela. Encontré secretaría, y al abrir la puerta, me encontré con una mujer, de unos sesenta y pico de años, cabello rubio y ojos celestes detrás de unas enormes gafas.
—Ho-Hola… Soy Romance Romero. —Dije acercándome hacia el escritorio.
—Buenos días.
—Soy nueva, y quería…
—Tus horarios y demás. —Yo solo asentí y me senté en una de las sillas del lugar, mientras la mujer, buscaba mis papeles.

—Aquí tiene, señorita Romero. —Dijo dándome unos papeles doblados por la mitad.
—Gracias. —Con algo de vergüenza o... Ni yo misma lo sé, salí de la oficina buscando mi primera clase, que era… Anatomía. Por dios, que materia más fea y aburrida, es que estudiar el cuerpo humano es extremadamente asqueroso. Así que con odio fuí al salón 112, que se encontraba en el edificio tres. Yo estaba ahí, pero no  encontraba el aula 112. Busqué y busqué por más de diez minutos, hasta que una chica, de mi misma edad o tal vez un poco más grande, se acercó a mí. 
Tenía el pelo rubio y le caía por la espalda, con un rostro muy bonito, sus ojos verdes enormes haciendo y su tono de piel tostado.
—Hola, ¿estás perdida? —Dijo riendo.
—Si, soy nueva. Y la verdad está escuela es demasiado grande. —Dije mirando a mi alrededor.
—Tranquila, a mí me sucedió exactamente lo mismo en mi primer día de clases, sólo que no tenía mi horario y me equivoqué de clase. —Las dos reímos. — ¿Cómo te llamas?
—Romance. ¿Tú?
—Que nombre más extraño. —Dijo ella, mirándome.
—Si, es de origen frances e idioma inglés.
—Lindo. Yo me llamo Christina.—Contestó sonriendo. — Y dime, ¿qué clase tienes?
—Anatomía, en el salón 112
—Yo te llevo, es de donde vengo, solo que necesito buscar unas láminas que me pidió el profesor.
—De acuerdo, yo te espero así…
—Te llevo. —Contestó riendo para luego, retirarse hacia el pasillo de la derecha.
Minutos después Christina volvió, con unos rollos de papel algo largos. Me llevó hasta en salón, que quedaba subiendo la escalera a la derecha. Entramos al aula, y como era obvio, más de veinte ojos se posaron en nosotras dos.
—Disculpe la demora, pero me encontré a la nueva estudiante.
—Llega tarde señorita…
—Romance… Romance Romero. —Contesté con nerviosismo
— La clase comenzó hace veinte minutos. —Dijo el profesor algo molesto.
—Lo siento, es que me perdí y Christina me dijo donde estaba el salón.
—De acuerdo, pase. Siéntese donde quiera y preste atención a la clase. Bienvenida.
—Gracias.
Después de la clase de anatomía, tenía la de español. Para ser sincera, ese idoma era demaciado facil para mi, ya que lo hablo desde que soy chica, porque mi padre me habló siempre en español. Elegí esa clase como un descanso, así tengo menos que estudiar al principio, y más tiempo para mi y mi patética vida, o tal vez ser social y conseguir nuevos amigos. Mientras pensaba todas estas cosas, llegué a mi clase. La señora Keila Clark era muy simpática, siempre usaba frases graciosas en español, y nos decía insultos, nada mal hablado ni nada por el esilo, era solo para ver si nosotros entendiamos que nos estaba hablando o le mentíamos. Si reaccionábamos era porque habíamos entendido, si no… Era pura actuación.

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