martes, 25 de octubre de 2011

— ¿Esto es...? —Pregunté
—Sus uniformes. —Contestó mi madre, yo la miré enojada, para luego ver el de Román, su uniforme  era una camisa blanca, un pantalón azul marino, uno gris, un saco azul y zapatos negros.
—Son horrorosos, mamá.
—Romance, no hables así. Son preciosos. —Dijo mi madre, extendiendo la camisa en mi cuerpo, para ver como me quedaba.
—Yo no me voy a poner eso. — Dije sacándomela de encima.
—Claro que sí, es el uniforme de su nueva escuela. Así que no quiero ninguna queja ni nada por el estilo ¿Entendido?
Yo salí del living y me fuí a mi cuarto, además de que me mudaba, abandonaba mi vida, y todo... ¿Tenía que vestirme como tarada? No lo puedo creer, es lo más horroroso que pudieron inventar en la vida ¿Pero qué hago? Si me niego, Amalia va a insistir tanto, que seguro le voy a terminar diciendo que si, para que no me castigue como lo hace siempre. Así que... ¿De que vale negarme? Cuando la guerra ya está ganada por mi orgullosa madre. Cada minuto que paso acá, quisiera estar en Las Vegas, jugando al póker con Alex, y apostando nuestro dinero, y siempre la ganadora era yo, pobre chico, en cinco años que venimos jugando nunca se dio cuenta que le hago trampa. El día que se entere, le voy a estar debiendo mucho dinero.
Me acosté en mi cama, y cerré los ojos. No tenía ganas de pensar en lo que me esperaba mañana. Conocer gente nueva, que de seguro ya todos tienen su grupo de amigos, y no van a querer estar con la nueva, el bicho raro. Pero tenía que ser fuerte, ¿en que debo pensar? que solo son dos años, y que después de esto, me voy a ir a estudiar a la universidad de Santa Bárbara, dónde estudio mi padre.
Se escuchó a lo lejos, como se rompía un vidrio. Mamá ya debe estar guardando los vasos y platos. Me di cuenta  que estar acostada, no me estaba ayudando, todo lo contrario, el no hacer nada hacía que mi mente piense mucho más de lo que quería pensar.
Saqué de mi mesita de luz, el pequeño bolso de manualidades. Mi gran pasión era dibujar, el arte era algo fundamental de mi vida, era un líquido que me corría por las venas.Tomé un lápiz negro y comencé a dibujar, un paisaje de noche, con la luna detrás de unos árboles, lo único claro, eran los puntos de luz de las estrellas. Todo el dibujo, estaba en tonalidades oscuras, y yo creo que los colores reflejan el estado de ánimo, y el mío era pésimo.
Después de dos horas, de borrar y dibujar el paisaje, lo dejé sobre la mesa de luz, y me acosté de nuevo en la cama. Los párpados me pesaban y los fui cerrando lentamente hasta quedar dormida.
Una luz brillante, de color rojo pegó en mis ojos, y se fue haciendo másgrande, después pude divisar a Amy, que estaba vestida de bailarina, con las plumas y piedras brillantes en su traje, estaba por preguntarle qué hacia así vestida, pero me di cuenta de que yo también estaba vestida igual. Me pareció algo totalmente raro, que yo esté vestida así y al lado de Amy, las probabilidades de que esto fuera un sueño, eran cada vez más grandes. Sentía que estaba en mi ciudad, mi amada ciudad de Las Vegas, ¿estaba por subir al escenario?. Pero antes de subir al escenario, sentí una mano fría posarse en mi cintura, que me dió vuelta con algo de brusquedad, haciendo que quede pegada al pecho de esa persona. 

Al levantar la cabeza, me encuentro con un muchacho. Sus ojos, de un verde intenso, me cautivaron por completo. Su piel, era de un color marfil, más blanco que la nieve. Y su boca, era recta, se abrió para decir unas palabras, pero no dijo nada, lo único que se hizó fue a besarme, de una manera extraña y a la vez apasionante. Besarme con ese completo desconocido, sea o no un sueño, era algo extremadamente raro. Mi imaginación no es tan grande, como para crear a una persona tan hermosa. Con su cuerpo tallado por los dioses griegos. Su boca se separó de mi boca, y se dirigió a mi clavícula, mi piel se erizó ante el frío contacto de su piel contra la mía. Sus labios bajaron hasta mi cuello, y en ese momento sentí una punzada muy dolorosa. El muchacho comenzó a hacer unos movimientos extraños, y caí al suelo, con un dolor agonizante.
—Romance, despierta cariño. —Dijo mi madre, moviéndome lentamente.
— Qué... ¿Qué pasó? —Dije sentándome en la cama.
—Te quedaste dormida, cielo.
—Ah... —Las imágenes de mi sueño estaban en mi mente en menos, los brillantes y temibles ojos del muchacho, me erizó la piel.
—Vamos que la cena está servida.
Me paré de la cama, y fui al living, allí estaba mi hermano, ya comiendo. La comida pasó normal, nada más, que yo estaba en silencio. No es que no quería hablar, es que mi cuerpo estaba en la silla, pero mi mente estaba recordando al muchacho de mi sueño, y una pregunta que me pasaba por la cabeza ¿Será real? 

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